miércoles, 3 de agosto de 2011

VERDADERAS CONVERSIONES

Dias dificiles en la sociedad. Paradojicamente, en america latina, tenemos libertad religiosa,  librerias cristianas, radidifusoras, musica cristiana a nuestro alcance, miles de paginas en internet con un contenido biblico, decenas de iglesias cristianas en las ciudades pequeñas, canales de television cristianos, pero a pesar de eso... un cristianismo con conversiones deficientes. 
Al correo de quien administra este blog, llegaron estas palabras de Oswald Smith.




»Conversiones superficiales y falsas pueden constituir una razón de que tantos que asumen la profesión del cristianismo deshonran a Dios y atraen vituperio sobre la Iglesia a causa de sus vidas incoherentes, y por sus caídas definitivas en pecado y mundanalidad. Los pecados tienen que sentirse antes de que se puedan llorar .Los pecadores tienen que afligirse antes de que puedan ser consolados. La gran necesidad de estos tiempos la constituyen las verdaderas conversiones. Conversiones como las que eran formales en el pasado, y como lo volverán a ser, cuando la Iglesia sea sacudida de su letargo, tome provisión de la fortaleza de Dios, y eche por tierra el antiguo poder. Entonces, como antiguamente, los pecadores temblarán delante del terror del Señor.» —J. H. Lord.
 ¿Pensaríamos en llamar a un médico antes de estar enfermos? ¿Acaso apremiamos a personas con buen estado de salud a que vayan corriendo al médico? ¿Acaso el buen nadador, que no tiene problemas, gritará a los que están en la orilla a que vengan y le salven? ¡Claro que no! Pero que      venga una enfermedad, y en el acto sentimos nuestra necesidad y se llama al médico. Sabemos que necesitamos un remedio. Cuando sentimos que nos estamos hundiendo en el agua, y nos damos cuenta de que nos vamos a ahogar, entonces sí que vamos a pedir auxilio con todas nuestras fuerzas. ¡Ah, y la agonía por la que vamos a pasar al vernos descender, y saber que, a no ser que alguien nos salve, estamos perdidos y tendremos que morir!
Así sucede con un alma que está pereciendo. Cuando un hombre queda convicto de su condición perdida gritará en la amarga angustia de su corazón: «¿Qué tengo que hacer para ser salvo?» No necesitará apremios, ni que se le insista; le será un asunto de vida o muerte para él, y hará lo que tenga que hacer para ser salvo.
Es esta falta de convicción que resulta en un falso avivamiento, y que hace que la obra se deshaga. Una cosa es levantarse, y firmar una tarjeta de decisión, y otra cosa es ser salvado. Las almas tienen que ser llevadas a una libertad clara y duradera si la obra tiene que durar. Es una cosa conseguir cientos de convertidos durante la excitación de una campaña, y otra volver allá al cabo de cinco años, y encontrarlos todavía allí."


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