sábado, 26 de noviembre de 2011

COMUNIDAD O INDIVIDUO

Quien administra este blog, no acostumbra los artículos biblicos extensos, a el mismo le da cierto tedio leerlos, al menos que el articulo sea muy interesante. De ser extenso, coloca un link para enlazar con la pagina que lo ofrece, pero si es muy interesante y para como para romper el interés, lo ofrecemos completo, como es el caso presente, en una digna excepción.. Resulta que es un articulo de atencion y equilibrio entre lo individual y lo colectivo eclesiologicamente hablando. Lee este interesante y educativo articulo.


¿Cuál es el concepto que tenemos como Iglesia? ¿A qué apuntamos cuando decimos que pretendemos la conversión al Evangelio? Tenemos dos alternativas: la conversión individual o la conversión colectiva o social. Acompañenos en el análisis de estas dos perspectivas de enfoque para la la proyección de nuestro trabajo como Iglesia de Jesucristo.
     El movimiento pentecostal, en sus raíces, apunta a la conversión individual de la Iglesia. En este concepto se busca la conversión de cada individuo en particular. El Apóstol Pablo describe esta situación, en los siguientes términos: "que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, ... y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad
de la verdad". (Ef. 4:22,24 BLA).
     Desde esta perspectiva, las evidencias son personales: el que robaba ya no roba sino que busca una manera honesta de ganarse la vida; el mentiroso deja de mentir; el alcohólico adquiere buenos hábitos; el ocioso empieza a trabajar; el que estaba deprimido encuentra sentido a su vida; etc. A los miembros de la Iglesia del Señor se los identifica como “convertidos” porque convirtieron su vieja manera de vivir a un nuevo estilo marcado por el conocimiento del Señor Jesucristo. El enfoque está dado en la relación “personal” con el Señor de cada miembro de la Iglesia. En este punto, es muy corta y muy sutil la distancia entre la conversión interna y la ansiedad por evidenciarla exteriormente. Surgen entonces conceptos tales como: la santidad, el fruto de Espíritu Santo, el hablar en lenguas, los dones del Espíritu, entre otras.
     En ese sentido, puede darse la situación de que algunos adquieren un crecimiento espiritual más veloz que otros, es decir, algunos maduran más rápido que otros en función del grado de entrega y dependencia de Dios. En función de ellos, podemos diferenciar a los “carnales” de los “espirituales”; tal el caso de la Iglesia de Corinto. (Ro. 8:5 y 1 Co. 3:1-3).
     En la búsqueda de experiencias espirituales del individuo hay que tener cuidado de no cometer excesos. Podemos desviarnos hacia los extremos que el mismo Pablo critica: por ejemplo, volvernos adictos a las señales o manifestaciones sobrenaturales en sí, y con ello desvirtuar el verdadero propósito de las mismas. (1 Co. 1:22).
     La otra alternativa es la búsqueda de la conversión social de la Iglesia.  En los últimos tiempos y desde los años de la racionalización de la Teología (y de las ciencias en general) en la Europa de los siglos XVII y XVIII, apareció el concepto de la conversión social de la Iglesia.  En este sentido, dice un prestigioso teólogo pentecostal: "Esa teología se ha caracterizado en que desvía la atención de la persona hacia cambios políticos y sociales... exige que el creyente piense en términos de sociedad, en lugar de conversión individual, y que se una a los revolucionarios para derrocar la autoridad existente". (Jiménez R., Carlos. “Crisis en la teología contemporánea”. Edición revisada. Miami: Editorial Vida, 1994. p. 7).
    De manera que la atención personalizada del individuo se ve desplazada por la atención colectiva.  El acento ahora está dado en la atención al “cuerpo” de Cristo, antes que al “miembro” de ese cuerpo. Este concepto asimila a la Iglesia como parte de la sociedad y pretende su inserción y relevancia en la misma. La Iglesia quiere incursionar en la política, en el gobierno secular, en el Poder Judicial y en el Poder Administrativo en general. Persigue tener prestigio y reconocimiento por las autoridades gubernamentales y por los ciudadanos en general. Se caracteriza por tener un grupo de “amigos”, “simpatizantes” o “allegados” a la Iglesia, sin ser miembros de la misma ni comprometidos con el Señor. Este concepto de Iglesia también está frecuentemente asociado a las tareas sociales, al trabajo de la congregación en la sociedad o en el
medio en que el se encuentra.
     De la misma manera que tenemos que tomar ciertas precauciones cuando adoptamos el concepto de Iglesia de la conversión individual, en el caso de la Iglesia de la conversión colectiva también podemos extralimitarnos. La corta distancia aquí está dada entre el cristianismo puro y el nominalismo. Además, en este ideario es fácil descuidar las necesidades individuales de los hermanos, sacrificando su atención en pos del bienestar general. Una suerte de decir que si “todo” está bien, entonces “todos” estamos bien; lo cual no es equivalente.
     UN PARANGÓN:  Para determinar el punto exacto del enfoque que deberíamos dar a nuestras congregaciones podemos, en principio, reconsiderar la función de la Iglesia a la luz de la Biblia. ¿Cuál es el motivo de su existencia? ¿Cuál es la naturaleza de esta institución? ¿Qué es lo que hace que una Iglesia sea Iglesia y no otra cosa? Para ello, podemos hacer un parangón de la Iglesia con la Biblia.  En este sentido podemos afirmar sin lugar a dudas que las Escrituras contienen historia (de hecho, una subdivisión temática del Antiguo Testamento se llama “libros históricos”), no obstante lo cual la Biblia no es un libro de historia. También podemos decir con certeza que la Biblia tiene descripciones geográficas, las cuales nos permiten conocer en forma indirecta la geografía de la antigüedad; pero ello no habilita a decir que la Biblia es un atlas. Las páginas de las Escrituras están saturadas de manifestaciones sobrenaturales de la existencia y naturaleza de Dios, en su intento de revelarse al hombre; pero esto no significa que podemos tomar a la Biblia como un libro de hechicería ni de esoterismo supersticioso. De la misma manera, hay datos de diversa índole pero no por ello ha de tomarse a las Sagradas Escrituras como un tratado de especialización en esos temas. La Biblia siempre ha sido y seguirá siendo una recopilación de libros de carácter espiritual. Su contenido es
espiritual cuyo principal objeto es revelar a Dios, y así ha de entenderse. (1 Co. 1:18, 2:14,15).
     Esta comparación nos puede abrir el panorama a la hora de definir la cuestión de la conversión individual o la conversión colectiva de la Iglesia, en cuanto a sus aciertos y sus desaciertos.
     CONSIDERACIONES:  Es bueno plantearse estos temas en forma constructiva, con el objeto de que el Reino de los Guía Teológica - Mostrando al Dios de las Escrituras
http://guiateologica.com/jmlsvr Motorizado por Joomla! Generado: 26 November, 2011, 15:39Cielos avance. De otra manera, seríamos detractores del cuerpo de Cristo. En este planteamiento, debemos hacer
cuatro consideraciones importantes:
   
 - Primero: Somos tan sólo “administradores” de lo que el Señor nos dio, lo cual comprende la función que tenemos como miembros de la Iglesia y excede el marco de lo puramente material. El Señor es el dueño de la Iglesia.
 - Segundo: Si un miembro se resiente todo el cuerpo queda resentido. (1 Co. 12:12-27). He aquí la importancia de la crítica constructiva.
 - Tercero: Somos falibles tanto como que somos humanos. De manera que la posibilidad del error está a la orden del día, cualquiera sea el concepto que adoptemos como Iglesia. En todos los casos podemos equivocarnos cometiendo excesos u omitiendo ciertos aspectos.
 - Cuarto: No se trata de señalar un sistema como bueno y otro como malo, simplemente que tengamos en claro hacia dónde nos proyectamos como cuerpo de Cristo y poner de manifiesto los posibles errores que podemos cometer en el camino.
     Tenemos que advertir que cada congregación tiene un “microclima” que lo hace peculiar (siempre hablando dentro del marco de la sana doctrina). Esta particularidad la diferencia de otras congregaciones y hace que ciertas personas prefieran una congregación y no otra. Por sobre todo, contamos con la ayuda del Espíritu Santo, la persona más poderosa y capaz de darnos la luz y la guía que necesitamos. Como dijera un profesor de Derecho, es nuestro “norte orientador”.
     Para terminar, pensemos en un vocablo que al equipo de "Guía Teológica" nos hace eco cada vez que formulamos este tipo de razonamientos: EQUILIBRIO


Tomado de: http://guiateologica.com/jmlsvr/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=6

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