A.B. Simpson
Esta es una experiencia de uno de mis escritores preferido: A. B. Simpson.
A.B. Simpson fue fundador de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera, y literalmente oró por cientos de misioneros que fueron a las tierras espiritualmente yermas, para que los mismos sembrasen y cosechasen para el Señor allí.
“Un huésped de la casa del señor Simpson se levantó temprano una mañana para pasear. Pasando enfrente de la abierta puerta de su anfitrión, vio al señor Simpson sentado a su escritorio. Notó que el mismo hubo terminado de leer la Biblia y estaba orando. Pero, en lugar de arrodillarse o inclinar la cabeza y cerrar los ojos, alargó su mano y agarró una esfera. Dándole vueltas lentamente, oró en voz alta por todas las multitudes de perdidos de los varios países que pasaba bajo sus manos.
“De repente, sin saber que su huésped le miraba, el señor Simpson abrazó el globo. Se postró sobre ella, de tal manera que sus lágrimas caían encima de la misma, se dividían y corrían por todos lados— ¡hasta que todo la esfera estaba mojado con sus lágrimas compasivas!”
“Los misioneros que él entrenó y mandó sembraron la semilla de la Palabra de Dios en todo el mundo; y ahora ese viejo líder de misioneros trataba de ‘regar’ esa semilla con lágrimas compasivas. Dios todavía busca intercesores que oren con el mismo espíritu.” —El autor de estas palabras es desconocido.
“Nuestra obra más noble es la oración,” dijo el señor Simpson. “La verdadera oración ‘en el Espíritu Santo’ es tan rara como eficaz. La misma nos trae gran sufrimiento en la carne, y nos lleva al compañerismo con el Señor, compartiendo todas sus cargas, las que siempre está llevando por Su gente ante el trono del Padre. Tal oración es una real fuerza. Oh, ¡Qué seamos los tubos de oro (Za. 4:12) que llevan el aceite desde los árboles vivientes hasta las lámparas de Dios! Oh, ¡que los que llevan el incienso siempre presenten a Dios “las copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”! (Ap. 5:8) En estos solemnes tiempos, esperamos que Dios nos ponga cargas inusuales de intercesión. Ojalá que Él nos encuentre responsivos y comprensivos en cuanto a Su voluntad.”
“La intercesión,” dice otro acerca del señor Simpson, “fue el secreto de su ministerio público. Nadie lo entendió en esto más que él mismo, porque escribió en The King’s Business (El negocio del Rey): ‘He notado que los que hacen reclamos y tienen una viva esperanza de ganar almas son los mismos que las reciben; y para mí, nunca trato de predicarles a los perdidos, sin primero haber clamado a Dios por un verdadero nacimiento de almas, y, después, haber recibido una confianza de que vendrá Su vivificante y creadora vida para realizar lo mismo. Si no hago esto, usualmente estoy desilusionado con los resultados de cualquier culto que conduzco.’”
Agradecemos a Avivamiento Genuino por estos correos.
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