Hace mucho, escuche a un predicador decir: “El hijo de Dios nunca debe tener una muerte trágica… debe morir en paz y con la victoria reflejada en su cara”. Yo, calle ante el comentario, mientras en el auditorio se escuchaba un sonoro “¡Amen!”. Y en centésimas de segundo pasaran por mi mente a todos los que dentro de mi ignorancia, conozco que murieron de forma sanguinaria y que contradecían lo que aquel predicador afirmaba. Desde Abel, pasando por Esteban, Pablo, Pedro, el mismo Jesús, hasta decenas de creyentes contemporáneos que yo conocí. Y ni como poder contar a los cientos en el mundo que han muerto como mártires.
Hoy llama mi atención la noticia de un niño de 12 años que encontraron muerto, con huellas de tortura y mutilado. No lo resisto. Lloro y miro, entre las ventanas de mi oficina y mi mirada se pierde en el infinito, levantando un clamor por mis hermanos perseguidos.
Mis compañeros de trabajo me miran orando y preguntan “¿Qué tienes?” envió el link de la noticia por Facebook. No le prestaron atención. Se limitaron a decir “Que feo”. Siguieron platicando de las canciones nuevas de un artista grupero muy conocido en México. Aumento mi dolor al ver la indiferencia. Pero no puedo exigirles nada. Pero a los creyentes si podemos exigir:
Un clamor por los creyentes perseguidos.
Ofrendas misioneras para que el evangelio se siga predicando entre el mundo musulmán, los asesinos del niños masacrado.
Olvidar lo vano, lo trivial, lo estúpido. Ocuparse de las cosas de arriba.
No idolatrar como héroes de la fe a los doctores en manipulación masiva, sino a aquellos “ignorantes” que derraman su sangre todos los días por gritar “Jesús es mi Señor”.
En fin.
La lucha sigue y paso a paso venceréis…
la lucha sigue, sed fieles y en Jesús confiad…
la lucha siempre seguirá hermanos y la victoria esperar.
Hoy, me pongo literalmente de pie, suspendo mis letras, guardo un minuto de silencio y levanto una oración por aquellos que fueron comprados con la misma Sangre que yo y que mientras yo, estoy en libertad civil para adorar y gritar que Jesús es Rey, ellos lo dan todo lo que poseen por la causa: Sus posesiones materiales, la vida de sus hijos, la suya misma...
La historia de la iglesia, aun se sigue escribiendo... con sangre.
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