sábado, 11 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN SEXUAL


Vivimos en una época liberal. Especialmente por la manera de pensar evolucionista, se ha llegado a una consideración del hombre totalmente distinta de la bíblica.
Freud, que fue un gran admirador de la obra de Darwin y asimismo aplicó la teoría de la evolución al desenvolvimiento de la religión: del animismo al politeísmo, luego al monoteísmo y finalmente al periodo post-religioso o científico, ve los sentimientos de culpa exclusivamente como sentimientos de aversión o repugnancia que han brotado por la represión de deseos insatisfechos. Cuando Dios es desbancado del mundo como Creador y Conservador, entonces también desaparece la necesidad de tener en cuenta Sus leyes y mandamientos; el pecado y culpa se vuelven obstáculos al desarrollo que conviene hacer desterrar por métodos pedagógicos y psicológicos, en vez de expresiones de la conciencia humana que deben hacer retornar al hombre hacia Dios mediante la confesión de culpabilidad y el perdón de su pecado. Un hombre feliz y armónico no es entonces alguien que vive en consonancia con los mandamientos de Dios y depende de Su gracia en Cristo, aplicada personalmente a su vida por el Espíritu Santo, sino aquel que sabe vivir y liberar su deseo, su libido, de tal manera que no actúe "represión" alguna con sus consiguientes sentimientos de culpa . Desde el siglo pasado hasta ahora, el hombre se halla ocupado en liberarse de todos los yugos tradicionales; dice que es intrínsecamente bueno y ni por nada ni por nadie dejará avasallar su libertad. Todo mal es un estorbo al desarrollo y puede ser solucionado. Lo cual también cabe decirse en el terreno de la sexualidad.
 Todo lo que uno encuentra agradable (egocentrismo) es bueno. Las represiones producen sentimiento de culpa. Dentro del matrimonio (si realmente se trata de un matrimonio), los mismos casados determinan el número de hijos y el momento en que los "aceptan”. Surge el concepto de "divorcio creativo" (separación como hecho creativo hasta un subsiguiente despliegue de la personalidad).
Las relaciones triangulares (relaciones con otro u otra), sexo en grupo, intercambio de partner, etc., enriquecen, sin más, la experiencia sexual. Incluso el sadismo en la sexualidad comienza a encontrar su reconocimiento. Los anuncios, el vestido, las revistas ilustradas, etc., muestran cada vez más la imagen ideal del hombre o mujer: joven, viril, femenina, sexualmente atractivo(a) y absolutamente libre.

La desnudez en las playas y en las vacaciones está de moda; las "sex- shops" son tiendas decorosas donde uno adquiere sus artículos como se va a por pan a la panadería; y como justificación se señala el retroceso de la prostitución, que de modo higiénico se explota en edificios particulares. Prostitución que antaño llegó a alturas desconocidas por causa de la falsa moral de la época victoriana.

Para seguir leyendo, vinculamos con el libro: LA REVOLUCION SEXUAL

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