Tenia solo dos meses como pastor de jóvenes en el Distrito Federal, en una de las iglesias mas grandes de mi denominación en esa ciudad, cuando escuche al pastor general decir: "es sabio respetar siempre al siervo de Dios, si no quieren respetar a la persona, no lo hagan, pero si DEBEN respetar la investidura". Me costo trabajo entenderlo. Fui digiriendo las palabras. No se quien de los lideres que estábamos en esa reunión, recibió ese consejo con tal sensibilidad, pero en mi, el consejo estaba lleno de sabiduría, era formativo y sabia que bendeciría mi futuro y ayudaría a bendecir a cientos, si no es que a miles.
Hay sabiduría aquí, si basamos este consejo en la experiencia del Rey Saul:
Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová. 2 Sam. 1:11-16
Saul no fue lo mejor que le paso al reino de Israel. fue un hombre caprichoso, con poca identidad, poco espiritual, voluntarioso, y un sinnúmero de defectos que lastimaron su relación con Dios, a tal punto que, El Espíritu de Jehová se alejo de el y venia un espíritu inmundo a atormentarlo. En sus últimos días, mejor dicho en sus últimos minutos, quiso suicidarse. Quedo en el intento, solo quedo herido. Un siervo suyo le ayudo a morir. David, cuando se entero, ordeno matar a dicho siervo por asesinar "al ungido de Jehová".
No justificamos sus ideas, no estamos de acuerdo con la teología de la prosperidad o la propagación de la teología del éxito y del ministerio mercadologico, nos resistimos a la doctrina superficial y que no insta a la santidad, nos estamos de acuerdo con la "tolerancia" del pecado con que se manejan muchos, nos inconforma la prostitución de los valores bíblicos por reputación, nos indigna la promoción de nuestros cantantes a la popularidad y no al servicio, nos resistimos al "modus vivendi" del ministerio, no estamos de acuerdo que se utilice el púlpito para contar chistes, ni la unción profética para maldecir, ni para dar un show, pero siempre respetaremos el llamado y la investidura.
Si la actitud, la doctrina y el método son equivocados, nos resistiremos a sus enseñanzas, pero no traspasaremos la linea de honra que la selección divina merece, sabiendo que el llamado viene del corazón de Dios; si nosotros lo desvirtuamos, cuentas entregaremos a quien llama y unge.
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