Los artistas de ayer son hoy nuestros evangelistas. Conozco a un evangelista de fama que rehusó un contrato de cuatro sermones de cultos especiales a 500 dólares por sermón. No es extraño que un pastor modernista dijera que estos evangelistas «lloran en el púlpito cuando la paga es suficiente»; pero, ¡ay!, ¡lo cierto es que florarán como Judas cuando sea demasiado tarde! Los endebles auditorios ¿significarán púlpitos algo más que débiles?
Estoy más y más convencido de que las lágrimas son una parte integrante del despertamiento por medio de la predicación.
Hermanos predicadores, es tiempo de avergonzarnos de que no tenemos vergüenza; tiempo de llorar nuestra falta de lágrimas; tiempo de humillarnos reconociendo que hemos perdido nuestra característica de servidores; tiempo de gemir por nuestra falta de gemidos por las almas; tiempo de odiarnos a nosotros mismos porque no odiamos del modo debido al monopolio de Satanás que es este mundo; tiempo de reprobarnos el que nos portemos tan bien con el mundo, que el mundo no tiene motivos para tildarnos de fanáticos.
Enviado al correo electrónico del Administrador por Avivamiento Genuino
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