Hace un tiempo un "profeta" conmovió algunas conciencias cristianas respecto a la indiferencia social en la que estaba inmersa la iglesia. Después de un par de años la profesia se olvido, como también el remordimiento a las conciencias que la pseudoprofesia logro pegarle. Este libro quizá nos mueva un poquito en la pesada carga de la indiferencia que la religiosidad nos hizo cargar. Mi comentario: ¿De verdad necesitamos que un "profeta" nos diga que no nos olvidemos de los pobres? Necesitamos un cristianismo que pase tiempo con El y con ellos.
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