domingo, 4 de marzo de 2012

EL REFLEJO DE LA SOCIEDAD




La situación que vive la sociedad refleja la condición espiritual de la humanidad. Cada día las
noticias informan de violaciones, incestos, divorcios,  plagios, robos, asesinatos, suicidios, 
pleitos, rebeliones y accidentes imprudenciales  producidos por exceso de alcohol o drogadicción.
La pornografía, prostitución, homosexualismo y la lujuria en general, han dejado de ser prácticas ocultas; los Medios han abierto sus puertas, presentándolos como problemas sociales, y las leyes lo han establecido como preferencia sexual de quienes los llevan a cabo, mismos que han aprovechado para declararse como parte necesaria y normal de la sociedad. La delincuencia organizada y el terrorismo han hecho presa de la sociedad, teniendo que intervenir el Ejército y la Marina, para combatirlos y tratar de frenarlos, lo que no han logrado. La hechicería, adivinación, curanderismo, espiritismo, incluso el satanismo, que estaban limitados a sectas específicas, ahora se publicitan en los Medios, en libros y revistas que se exhiben y venden a quien los solicite sin importar su edad.
 La justicia, amor, misericordia y las buenas costumbres, en lo general, han dejado de practicarse, y quienes lo hacen son juzgados de puritanos, moralistas, religiosos, conservadores o fanáticos; si no, se les aplican los términos de “rucos”, “antiguos” o “pasados de moda”.
La maldad en el corazón de hombres y mujeres ha propiciado que la ilegalidad, la violación
a los principios fundamentales y el desenfreno se consideren normales. El conformismo ha aprisionado a todos, minando instituciones privadas, de gobierno y aún las iglesias. El asentimiento mental de La Palabra de Dios ha hecho que pastores, sacerdotes, líderes y miembros de las iglesias, no lleven a cabo lo
que Dios demanda; hay denominaciones que han dejado de predicar el Evangelio de salvación por gracia y santidad, tan necesarias para vivir en victoria, cambiándolo por una predicación de legalismo, liberación y prosperidad solamente.
 Otros, han dejado de reconocerse Iglesia, usando términos empresariales o de negocio, y no quieren que les llamen “hermanos”, ni que se les dé un saludo de bendición, para que no
los consideren religiosos.
Mientras esto pasa, mucha gente está muriendo doble, física y espiritualmente, perdiéndose eternamente porque no supieron de la salvación que es Jesucristo.
Estamos en tiempo de apostasía, los tiempos más difíciles.
Dice Pablo: “También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán
ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión”.
Pero aún es tiempo. Si se vuelve la mirada a sí mismo, podrán ver las actitudes y condición en que se encuentran, y despojarse de lo que les estorba y del pecado.

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