La situación que vive la sociedad refleja la condición espiritual de la humanidad. Cada día las
noticias informan de violaciones, incestos, divorcios, plagios, robos, asesinatos, suicidios,
pleitos, rebeliones y accidentes imprudenciales producidos por exceso de alcohol o drogadicción.
La pornografía, prostitución, homosexualismo y la lujuria en general, han dejado de ser prácticas ocultas; los Medios han abierto sus puertas, presentándolos como problemas sociales, y las leyes lo han establecido como preferencia sexual de quienes los llevan a cabo, mismos que han aprovechado para declararse como parte necesaria y normal de la sociedad. La delincuencia organizada y el terrorismo han hecho presa de la sociedad, teniendo que intervenir el Ejército y la Marina, para combatirlos y tratar de frenarlos, lo que no han logrado. La hechicería, adivinación, curanderismo, espiritismo, incluso el satanismo, que estaban limitados a sectas específicas, ahora se publicitan en los Medios, en libros y revistas que se exhiben y venden a quien los solicite sin importar su edad.
La justicia, amor, misericordia y las buenas costumbres, en lo general, han dejado de practicarse, y quienes lo hacen son juzgados de puritanos, moralistas, religiosos, conservadores o fanáticos; si no, se les aplican los términos de “rucos”, “antiguos” o “pasados de moda”.
La maldad en el corazón de hombres y mujeres ha propiciado que la ilegalidad, la violación
a los principios fundamentales y el desenfreno se consideren normales. El conformismo ha aprisionado a todos, minando instituciones privadas, de gobierno y aún las iglesias. El asentimiento mental de La Palabra de Dios ha hecho que pastores, sacerdotes, líderes y miembros de las iglesias, no lleven a cabo lo
que Dios demanda; hay denominaciones que han dejado de predicar el Evangelio de salvación por gracia y santidad, tan necesarias para vivir en victoria, cambiándolo por una predicación de legalismo, liberación y prosperidad solamente.
Otros, han dejado de reconocerse Iglesia, usando términos empresariales o de negocio, y no quieren que les llamen “hermanos”, ni que se les dé un saludo de bendición, para que no
los consideren religiosos.
Mientras esto pasa, mucha gente está muriendo doble, física y espiritualmente, perdiéndose eternamente porque no supieron de la salvación que es Jesucristo.
Estamos en tiempo de apostasía, los tiempos más difíciles.
Dice Pablo: “También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán
ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión”.
Pero aún es tiempo. Si se vuelve la mirada a sí mismo, podrán ver las actitudes y condición en que se encuentran, y despojarse de lo que les estorba y del pecado.
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