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Los resultados de este experimento en Suiza aún podrían probarse erróneos. Sin embargo, si se comprueba que son acertados, los libros de texto tendrán que ser revisados y muchas conclusiones en cuanto a la naturaleza del tiempo y el espacio tendrán que ser reconsideradas. Sin embargo, ¡hay un gran contraste entre las teorías científicas, y Jesucristo, el que nunca cambiará! La Biblia afirma: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Las verdades que él declara nunca tendrán que ser reconsideradas a la luz de aspectos recién descubiertos de la realidad.
Los científicos estudian el universo físico y buscan formular las leyes de la física. ¡Magnífico! Pero algún día todo este universo físico será grandemente alterado. ¿Y entonces qué?
Puesto que todo el universo físico está propenso a cambiar, ¿dónde puede la humanidad hallar la Verdad Suprema inalterable? ¡Solamente en la Persona de Jesucristo! Él nunca cambiará. La Biblia lo expone de esta manera: “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, más tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán” (Hebreos 1:10-12).
El cristianismo popular de hoy declara, por medio de su constante vacilación acerca de qué es verdad, que el inmutable Señor Jesucristo es cambiadizo. ¡Esto es vivir una mentira! Jesucristo no cambia para adaptarse a la ceguera y/o la innovación religiosa de la humanidad. Al contrario, Él permanece el mismo… y llama a la humanidad a cambiar sus modos de pensar. Arrepintámonos de la mentira religiosa y creamos la verdad. ¡Jesucristo es la Verdad!
“Yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6)
Fuente: Wendell R. Eby, Boletín Informativo de la Publicadora Lámpara y Luz
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