Dios ha preparado una armadura espiritual para sus hijos: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza» (Efesios 6:10, 11, 13). Esta armadura consta de: (a) el cinto de verdad; (b) la coraza de justicia; (c) el calzado del apresto del evangelio de la paz; (d) el escudo de la fe; (e) el yelmo de la salvación; y (f) la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (vv. 14-17).
¿Por qué se nos han dado esos pertrechos? Porque estamos librando una batalla para desalojar y derrotar a Satanás: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:11, 12). En este pasaje Pablo utiliza la palabra contra seis veces. Nosotros estamos contra Satanás tanto como él lo está contra nosotros. ¿Y cómo luchamos con todo ese equipo? La respuesta se encuentra en el versículo 18: «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.» De modo que el gran pasaje bíblico acerca de la lucha espiritual dice que la forma más eficaz de librar batalla con Satanás es orando. ¡Y usted puede orar! No necesita viajar al otro lado del mundo; la primera línea de esta batalla se encuentra justo donde está usted. De modo que le es posible conseguir victorias en el otro extremo del planeta sin moverse de su lugar.
Debido a la naturaleza de la lucha intercesora, uno nunca sabe a cuánta gente habrá alertado el Espíritu Santo para orar en un determinado momento o por una situación específica. Algunas necesidades de oración constituyen emergencias repentinas de las que no ha habido previo aviso; quizá usted sea el único a quien el Espíritu asigne orar por esa persona o por ese aspecto particular de la necesidad. O también, a causa de la gravedad del apuro, tal vez forme parte de un grupo de varios asignados a la batalla en cuestión. En algunos casos, sin embargo, usted puede ser el compañero clave del Espíritu Santo en la oración debido al conocimiento que tiene de la persona afectada o a su especial relación con ella.
Otras necesidades de oración son antiguas: tal vez Satanás se halle fuertemente atrincherado y tenga a sus fuerzas amontonadas contra determinado individuo o grupo de individuos; en tal caso, quizá se necesite una batalla de oración prolongada por parte de mucha gente para hacer posible la victoria de Dios.
Ya sea que usted está solo en la lucha intercesora o forme parte de un grupo numeroso, su oración siempre resulta estratégicamente importante para el plan de Dios.
Wesley Duewel
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