Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia (Proverbios 3:5).
Por ejemplo, un pastor se fija como meta tener el mejor
ministerio a los jóvenes de la comunidad, pero uno de los integrantes del
directorio o junta le bloquea esa meta insistiendo que importa más el
ministerio de la música. Todo intento que el pastor haga para contratar un
pastor para los jóvenes será vetado por ese influyente miembro del directorio
que, primero, quiere contratar un director de música. El pastor percibe
erróneamente que su sentido de valor y éxito en el ministerio están en juego y
así, entonces, se vuelca en una «pulseada» para sacar la piedra de tropieza de
su camino. Este pastor buscará maneras de hacer que ese miembro cambie de idea
o que lo saquen del directorio porque cree que su éxito en el ministerio
depende de alcanzar su meta de tener un estupendo ministerio a los jóvenes.
Una madre cree que su valor propio depende de que sus hijos
se porten de cierta manera. Su meta es criar cristianitos perfectos que sean
pastores o misioneros. Sin embargo, a medida que los niños van llegando a la
adolescencia y empiezan a buscar manera de expresar su independencia, resulta
que su comportamiento no siempre corresponde al ideal de su madre; así pues, en
lugar de ayudarles a pasar por la adolescencia y liberarlos a la adultez, ella
trata de controlarlos.
No cuesta entender por qué la gente trata de dominar a su
prójimo. Creen que su valor depende del prójimo y de las circunstancias, lo que
constituye una creencia falsa, como lo demuestra el hecho de que las personas
más inseguras que usted pudiese conocer son las que siempre están manipulando y
controlando a su prójimo.
En cambio, las personas seguras de su identidad en
Cristo no necesitan dominar a nadie. La meta de esta clase de persona es ser el
dirigente, el cónyuge, el padre o madre o el empleado que Dios quiere que sean,
y nada puede impedirle ser lo que Dios quiere que sean, salvo ellos mismos.
Ministerio Libertad en Cristo
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