En este libro John Stott trata una problemática muy común hoy en Día en el cuerpo de Cristo, lo cual él denomina “una gran tragedia”, ¿por qué la iglesia evangélica no es unida?. El considera que nosotros nos separamos unos de los otros por asuntos poco importantes. Algunas de las cuestiones que nos dividen son teológicas; otras temperamentales. Teológicamente, por ejemplo, podemos discordar en la relación exacta entre soberanía divina y responsabilidad humana, en la orden y ministerio pastoral de la iglesia (se debe ser episcopal, presbiteriano o independiente) y hasta donde los creyentes pueden envolverse en una “mezcla” denominacional sin que se comprometan a sí mismos y la fe que profesan; en las relaciones Iglesia-Estado; en quien está calificado para ser bautizado y en el volumen de agua a ser usado; en cómo interpretar profecía, en cuáles dones espirituales están disponibles hoy y cuáles son los más importantes. Estas son algunas de las cuestiones en las cuáles creyentes igualmente dedicados y bíblicos disienten entre sí.
Porque el sistema en que funciona la cultura y la tradición debe de cuestionarse. Porque las masas no tienen razón. Porque surgen filosofías que transgreden la Revelación. Nosotros somos la resistencia y defenderemos la fe que les fue dada a los que trastornaron su entorno social. Nosotros, la resistencia conquistaremos los reinos para El Reino.
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