Cada vez es más razonable creer en la existencia de un Dios que está detrás del origen del universo, en lugar de aceptar las improbabilidades extremas que es preciso postular para que el universo llegara a la existencia por sí solo.
Este libro aborda la cuestión de la existencia de Dios desde la perspectiva de que la ciencia es -o al menos debería ser- una búsqueda abierta de la verdad y de si estamos dispuestos a permitir que los datos de la naturaleza nos dirijan al lugar a donde apunten, sea el que sea.
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